A las ocho de la mañana, con la tostada medio mordida y un café bien caliente al lado, los directivos de las cadenas de televisión reciben un documento que desean ver cuanto antes. El secretismo del mismo es absoluto, casi de estado. Mientras recorren los pasillos de los despachos de las sedes de las emisoras y las corbatas de sus trajes bailan al compás de sus piernas, las caras de frustración no hacen sino atenuarse.
Sentados en sus reconfortables sillas, abrir el sobre y ver el nerviosismo con el que se enfrentan a esos folios repletos de celdas con números, similar a una hoja de Excel, en las que se detalla minuto a minuto cómo se ha comportado la audiencia es un proceso casi religioso. 12 folios recogen el minutado de la audiencia: desde las seis y media de la mañana a las dos de la madrugada del día siguiente.
Material bien fresquito y enviado lo más rápido posible por la agencia con la que se tiene contratada el servicio de medición de audiencias, lo primero que se hace es un repaso genérico a todos los datos de la propia cadena. A continuación, se compara tus datos con los de tu rival más directo en la lucha por la audiencia y, como último paso, se relacionan el de todas las televisiones que interesan para ver cómo se han comportado sus puntos fuertes y cómo lo han hecho los propios a la par que se hacen anotaciones en los márgenes. Las hojas detallan continuamente la franja horaria, los miles o millones de espectadores que están en ese momento viendo la televisión y el rating conseguido, es decir, el porcentaje respecto al 100% de la programación –por ejemplo, la serie de dibujos animados Shin Chan consigue cuatro puntos de rating en Neox a las ocho de la mañana-.
Sentados en sus reconfortables sillas, abrir el sobre y ver el nerviosismo con el que se enfrentan a esos folios repletos de celdas con números, similar a una hoja de Excel, en las que se detalla minuto a minuto cómo se ha comportado la audiencia es un proceso casi religioso. 12 folios recogen el minutado de la audiencia: desde las seis y media de la mañana a las dos de la madrugada del día siguiente.
Material bien fresquito y enviado lo más rápido posible por la agencia con la que se tiene contratada el servicio de medición de audiencias, lo primero que se hace es un repaso genérico a todos los datos de la propia cadena. A continuación, se compara tus datos con los de tu rival más directo en la lucha por la audiencia y, como último paso, se relacionan el de todas las televisiones que interesan para ver cómo se han comportado sus puntos fuertes y cómo lo han hecho los propios a la par que se hacen anotaciones en los márgenes. Las hojas detallan continuamente la franja horaria, los miles o millones de espectadores que están en ese momento viendo la televisión y el rating conseguido, es decir, el porcentaje respecto al 100% de la programación –por ejemplo, la serie de dibujos animados Shin Chan consigue cuatro puntos de rating en Neox a las ocho de la mañana-.
Una vez que las altas esferas los analizan, las llamadas telefónicas a los subordinados se suceden y las copias del informe empiezan a aflorar. Es hora que los directores de los magazines, de los concursos y de los espacios informativos sepan de primera mano su share y se lo comuniquen a sus trabajadores. Así un día sí y otro también.
Elaborado por: Carlos García-Alcañiz
Categoría de tema: Crónica
Fotos: elaboración propia
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